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Franz Kafka; Diarios (1910-1923), Fábula, Editorial Lumen, Tusquets Editores
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Mi relación con mi familia sólo adquiere para mí un sentido unitario cuando me concibo a mí mismo como la ruina de la familia.
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Se guarda muy bien de casarse, aunque ya tiene treinta y cuatro años, porque a menudo las americanas se casan únicamente para divorciarse; a ellas les cuesta muy poco, pero al marido le resulta carísimo.
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Es como cuando, con mi madre, siempre me quejaba de unos dolores que no eran, ni con mucho, tan grandes como daba a entender la lamentación. Sin embargo, con mi madre no necesitaba tantos recursos artísticos como con el lector.
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Las promesas de cualquier tipo de felicidad se parecen a las esperanzas de vida eterna. Vistas desde cierta distancia, se sostienen firmes, y uno no se atreve a aproximarse.
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No obstante, he iniciado un nuevo relato, porque temía estropear los anteriores. Ahora se alzan ante mí cuatro o cinco narraciones, como los caballos ante el director de circo Schumann al iniciar su número.
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Cuando uno reconoce de un modo muy intenso sus propios límites, tiene que estallar.
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Ella … pone en hora, en el minuto exacto, mi reloj que adelanta una hora y media desde hace tres meses.
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Franz Kafka