martes 9 de diciembre de 2003

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cosas raras que pasan en el vestuario antes de la práctica de artes marciales, un joven de 20 años preguntaba a los mayores si debía comprometerse o no, ante la insistencia de su novia, y nadie le contestó, quizás por falta de humor a las 7,10 de la mañana, quizás porque fuera en el fondo de la clase de preguntas sin respuestas, y lo más cerca de una contestación que obtuvo fue uno que le dijo que si no estaba convencido de comprometerse, siempre podía postergarlo para el mes que viene, y así cada mes, mientras durase su indecisión
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viajar en el subterráneo implica ver montones de personas como si no se las viese, verlas distraídamente, un poco porque no es conveniente mirar fijo a nadie, y otro poco, porque no tiene usualmente mayor interés, hasta que a uno se le ocurre mirar a cada persona e imaginar si ésa, cualquiera fuese su apariencia, podría ser el asesino de la película, y la verdad es que sí, que podría serlo perfectamente, cada uno de ellos
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la lectora de cd andaba francamente mal, y todos los programas de instalación que venían en cd se daban cuenta de eso, tarde o temprano, y fallaban, poco o mucho, menos un línux de procedencia china que no notó el mínimo problema, lo que le hacía pensar a uno que esa gente tenía cualquier clase de lectoras de cd, y quizás cualquier clase de material, y todos eran puestos en situación de prestar su utilidad, fuese como fuese