domingo 14 de diciembre de 2003

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una dentista decía a su asombrado paciente que para algunas cosas no se ponía los guantes para atender, porque se le rompían muy fácilmente cuando trabajaba con algunas herramientas de su profesión;
si no hubiera un milagro para iluminar pensamientos y actitudes, se puede sospechar sobre las poquísimas posibilidades serias de contener los contagios de las enfermedades hoy incurables que se propagan velozmente por el contacto con la sangre y los fluídos de las personas ;
así, donde las situaciones podrían afrontarse en parte, si no en todo, si las personas pusieran lo suyo, cada uno en su campo, otra vez terminamos esperando el milagro, merecido o no, que nos pudiera salvar