jueves 7 de marzo de 2002

*

Tenemos distintas formas de decir adiós.

En estos tiempos de Buenos Aires, y desde hace ya algunos años, el porcentaje de comercios cerrados ha crecido.

Y cada uno de ellos se despide de la actividad comercial como puede, y los mensajes, cuando los hay, dicen más o menos las mismas cosas, hasta que se lee algo original.

Hoy leí el cartel que pusieron en una peluquería, y el largo mensaje de agradecimiento a los clientes terminaba así:

…disculpen no haberles avisado antes el cierre,

pues surgió una oportunidad repentina en el exterior.

y yo pensé:

o quizás los buscan sus acreedores, o la policía.

*

Algunas vidas me hacen pensar que es como vivir viajando dentro de un túnel, o en una escalera mecánica, y que en esa situación, la gente no tenía que hacer nada, en lo sustancial, solamente dejarse llevar por la vida diaria. Solamente seguir esa rutina.

Esto se aplica a un empleo insatisfactorio, a la falta de empleo insatisfactoria, al ingrato trabajo de la casa, o a toda una vida rutinaria e insatisfactoria.

*

No se podía entender qué tenía de bueno quejarse del empleo, y rabiar por el empleo, y contestar apesadumbradamente el teléfono, quejarse de la vida diaria de planchar y cocinar, de la salud, la economía, quejarse en general.

*

Yo pensaba que todas esas actitudes no se explicaban por la mala calidad del empleo ni por la mala calidad de la vida.

Creo que esas actitudes se explicaban porque era para viajar dentro del túnel, llevados por el túnel, donde solamente hay que cumplir el rol, pensar que lo de uno es sufrir las circunstancias, y olvidarse de uno mismo, y vivir como dentro del agua, dentro de la niebla, o dentro de un mal sueño.

Y si uno vive en un túnel como si fuera obligatorio eso, como si fuera más fácil así, porque vivir de otro modo plantearía demasiados desafíos, eso igualmente lo pone a uno en la primera fila, haciéndolo responsable hasta de la calidad y de la calidez que pondrá en la voz, en la mirada y en el espíritu, la próxima vez que conteste una llamada por teléfono, cuando se vea la cara en el espejo, o cuando se cruce con otro ser humano.

*

También es cierto que hay épocas donde cada uno hace lo mejor que puede, y no puede salir mejor que eso, y quejarse de todo es parte de lo mejor que se puede estar haciendo y entonces tal vez está bien que sea así.

Porque hasta que uno no llega a su propio piso, no es posible, o quizás no sea del todo bueno empezar todavía a subir.