sábado 10 de agosto de 2002

*

En un libro (El ayuno consciente, de Rüdiger Dahlke) leí, no me acuerdo bien ahora, creo que eran sesenta días, dos veces por año, que el hombre hacía ayuno, y no sólo lo contaba, sino que además le dió material para hacer el libro y para gerenciar grupos con esa finalidad, y ganarse la vida.

Él explicaba ese ayuno como necesario por distintas razones, y sonaba bastante coherente, en especial porque siendo médico decía que no acarreaba ningún peligro para la salud, y que el peligro verdadero estaba en no hacerlo, y en no tener una serie de cuidados imprescindibles en el momento de comenzar a comer nuevamente. Decía además que ayunar menos de cinco días era absolutamente ridículo por una serie de razones que ahora no recuerdo.

*

Yo pienso algunas veces en el libro de ese hombre, cuando algunos activistas políticos o gremiales hacen algún ayuno moderado, como se ha hecho aquí, por turnos, creo que de una semana por turno.

*

Tal vez cualquiera que pase por graves necesidades transitorias, si tiene dificultades para comprenderlo, tolerarlo o aceptarlo, todavía podrá tener cierto alivio si pudiera creer como si fuera cierto en lo que dice ese libro, y así tener la suficiente sangre fría para considerar que por más mal que vayan las cosas, todavía tendrá esos sesenta días enteros para pensar en algo que lo salve.

O para creer que tendrá todo ese tiempo para que se le presente a darle una mano la mismísima fortuna en cualquiera de sus formas, santas o profanas, conocidas o no.