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en esa casa las decisiones sobre las compras y las reparaciones llevaban un proceso de maduración como en cualquier parte, y tanto la mujer como el hombre podían tomarse un tiempo variable que era de horas, días, y a veces meses según el caso, hasta tomar la decisión de comprar el artefacto o el repuesto requerido, pero el momento en el que finalmente lo decidían era siempre el mismo, cada uno por su lado y sin consultarse, y cada uno llegaba a la casa con la compra para sorpresa del otro