domingo 29 de junio de 2003

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en las largas esperas se agradece algo tan simple como una ventana, y más todavía si es una ventana por la que se puede mirar a lo lejos
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también en las largas esperas se puede agradecer estar solo, y también el silencio
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en un piso por demás impecable lucía una pequeña mancha de agua que entró por la muy pequeña ventana, el agua que dejó una fuerte tormenta;
y en ese prodigio de organización, nadie pisó el charco, a pesar del tránsito de médicos y enfermeras, nadie lo limpió, vivió toda su vida de charco, libremente, hasta que se secó, y fue como si nunca hubiera estado, pero estuvo