domingo 18 de agosto de 2002

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Ese hombre estuvo un poco alejado de alguno de los cuidados de la salud por la crisis, y se sorprendió pensando, dado que eran tiempos electorales, en lo bien que le vendría ser candidato de algún partido político, que lo primero que hacen para atender a la imagen, es pagarles a sus candidatos un buen dentista.

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El viaje en ónmibus lo llevó por el campo, y todas esas colmenas blancas sobre la llanura le hicieron recordar lápidas del cementerio.

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Mirando Valparaíso, Chile, una persona dijo: hermoso, y la otra acotó; hermoso no es la palabra: extraordinario.

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Cuando un niño de cinco años ve danzar a la cocinera en una soleada mañana de primavera, puede llegar a considerar que la danza en la cocina es algo natural.

Esta cocinera estaba preparando un plato de comida, y el plato era de aluminio, un poco abollado, el niño nunca lo olvidará, aunque ya haya sido padre muchas veces, y también abuelo, porque la cocinera danzaba y danzaba con el plato en la mano, y parecía mirar mientras tanto reflejos en las paredes.

El mismo niño lo vió a García formado con los demás niños en el patio de la escuela y él estuvo allí viendo todo cuando García se cayó al piso y tenía la cara rara, no como siempre. Y al rato García estaba bien, y le parece que la cocinera también estuvo bien enseguida, y mucho más tarde pudo asociar la palabra epilepsia con episodios que pensándolo bien, tuvieron bien poco en común.

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Ese hombre no podía evitar que cada cosa le dijera su mensaje, y que ese mensaje le sugiriera deducir, inducir, invocar, exagerar, equivocar, concluir, implicar, evocar, suponer, inferir, referir, oponer, convenir, y otras tantas operaciones de la mente.

Y más allá o más acá de la mente, sospechaba algunas veces la existencia de aquello impersonal que se está expresando a través de uno, lo que quiera que fuese eso, que ha recibido tantos nombres en la historia y antes de ella, aquello que solamente simula ser pensado por uno, que está meramente pasando a través de uno.

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Los invitados iban llegando a esa reunión en ese barrio difícil por los delitos que ocurrían todo el tiempo, y se consultaban entre sí sobre dónde sería mejor dejar estacionado el automóvil para no tener problemas a la salida y poder encontrarlo.

Menos los que no tenían automóvil, que estaban lo más tranquilos.