martes 8 de enero de 2002

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Los niños de la calle, lamento decirlo, existen, y en mi país (la Argentina) pareciera que no se sabe qué hacer con ellos, quizás porque no se sepa qué hacer en absoluto, así, en general.

Las instituciones oficiales, los jueces y las leyes, están para protegerlos y para hacerles la vida viable. También están para eso muchas de las instituciones privadas.
Señores: lamento informarles que nada de eso está funcionando.

Ahora piden en los transportes públicos, en los subterráneos, y se ha puesto peligroso para los niños porque te dan la mano, uno por uno, quieras o no, y desde hace unos días vienen y te besan, quieras o no. Si, aunque no lo crea el que no lo vio. Van besando a los adultos uno por uno. Se ven a esas madres por allí esperando todas juntas en la estación terminal mientras sus niños juntan monedas de esa forma. (no están casi nunca a la vista los que obligan a esas madres). Los que hemos tenido niños sabemos perfectamente lo difícil que es que un niño bese a nadie, si no es obligado a los palos. Y eso es lo que temo que suceda en estos casos. Y de allí a la prostitución infantil no hay mucha distancia. Lamento informar esto, pero está sucediendo en estos días a la vista de todo el mundo que parece no ver.

Hay algo que se llama UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

¿Y qué es lo que pasa con Unicef Argentina, por ejemplo? Unicef Argentina insta hoy mismo en esos mismos subterráneos, en unos carteles, a donar dinero para los niños de Afganistán, y yo pensé que estos niños obligados a besar al público, para ser atendidos por Unicef Argentina deberían ser enviados a Afganistán, para consumar el despropósito.

Y a mí me quedó la impresión de que los planes de esos organismos se diseñan en países llamados desarrollados que creen que sus necesidades básicas están satisfechas, lo que posiblemente tampoco sea nada cierto para sus propios niños pobres.