miércoles 5 de junio de 2002

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En esa carretera del Uruguay había un monolito al que se llegaba por una larga escalera, y la placa decía que ese monolito se puso allí en conmemoración de la batalla del Rincón, más precisamente del Rincón de las gallinas, y uno pensaba en la peculiaridad de ese nombre, y pensaba en que en ese mismo lugar, hace una cierta cantidad de años, que en el fondo no son tantos, estaban matándose, y ahora se veía tan tranquilo todo.

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Un sistema que usan los profesionales de la construcción en este país, la Argentina, es asegurar que una determinada obra puede quedar completa en un solo día, para asombro de la persona que está encargando el trabajo.

El profesional que asegura eso, es el mismo que después da toda suerte de razones técnicas que explican toda la cantidad de días, siempre interminable, siempre indeterminada, que durará efectivamente esa obra, hasta que al final algún día se terminan de ir de la casa y dejan las cosas terminadas como corresponde.

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Es extraordinario como todo eso sin embargo se olvida en el momento de afrontar la próxima obra y de encontrarnos con el próximo profesional que nos dará plazos con toda seriedad, sabiendo perfectamente que no los cumplirá.

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Estábamos en el supermercado y ella corrió hacia una caja donde solamente había un cliente, con muy pocas cosas para pagar.

Seguramente yo no hubiera desconfiado de esa situación aparentemente tan favorable, si no hubiera leído en ese libro que precisamente la cola más corta del supermercado es aquella que se demora más.

El hecho es que automáticamente pensé: ¿qué podría salir mal?, y me despreocupé enseguida, porque todo en apariencia andaba bien; la caja, la cajera, el cliente.

Nos quedamos conversando un ratito y de pronto veo que el hombre empieza a sacar montones de monedas de las más chicas para pagar su compra, y las cuenta, una por una, y después las cuenta de nuevo la cajera, que descubre que faltaban dos moneditas, y entonces el hombre, que no tenía más dinero, decide devolver uno de los artículos comprados, y después se pone en funcionamiento el mecanismo por el cual la cajera debe pedir la autorización a la supervisora para aceptar la devolución del artículo y restar el importe del mismo del total de la cuenta, y todo eso llevó un largo rato.

Mientras tanto, todos podíamos comprobar que una vez más la cola más corta era la que demoraba más.