miércoles 27 de marzo de 2002

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Extraña imagen la de los bancos de Buenos Aires con planchas de acero en vez de vidrios y con paneles de madera en vez de vidrios.

Es interesante comprender la rara situación de que los ataques contra esos bancos provienen de los dueños del dinero que tienen esos bancos. Es un mundo muy raro éste. Más bien inexplicable.

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Tan inexplicable como que los bancos sigan poniendo carteles detallando las bondades y beneficios de depositar la confianza y el dinero en ellos.

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El colectivo es el transporte público de Buenos Aires. Y cuando uno sube puede ver la foto bastante grande del cantante tocando la guitarra parado frente al micrófono, con la mirada dirigida aparentemente a su público.

Uno mira la foto, y después mira al conductor del vehículo, y mira la foto de nuevo y es la misma persona.

Exacto como cantante y exacto como conductor del vehículo, como si fuera una sola de esas cosas cada vez, pero todos sabemos ahora que es las dos cosas al mismo tiempo, sin parar ni un segundo.

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Y bajando de ese colectivo se veía a los dos que van caminando adelante, vestidos como empleados, un hombre y una mujer jóvenes, cada uno con un teléfono celular, hablando y caminando, y yo pensaba que hablaban entre ellos, y me causó gracia, y después me pareció que no, porque circunstancialmente se decían algo por afuera del teléfono, y ya no entendí esa manera de caminar y esa manera de vivir.

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En el vestuario hablaban de los que se van a Europa por la crisis en la Argentina, y yo les recordaba que Europa no ha sido siempre así como ahora, y que Europa pasó lo suyo.

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Esa mujer ya había tenido dos hijos varones, y en ese momento estaba naciendo su hija.

Y ese médico obstetra que la estaba atendiendo, pienso que por no quedarse callado y queriendo decir algo ingenioso, le dijo:

la felicito señora, se salvó del asilo.

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Los argentinos tenemos algunos apellidos para hacer referencia a personas que no existen.

Eso es muy interesante, porque como están aceptados por el uso y la costumbre, a su vez son apellidos célebres.

Diré los apellidos, y luego daré algunos ejemplos de su uso, pero dejando aclarado que los usos son inagotables.

Apellidos célebres: Montoto, Magoya, Pirulo.

Usos: Andá contáselo a Magoya. Te lo va a pagar Montoto. Es un artículo marca Pirulo.

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Y hablando de personas que no existen pero que alguna vez existieron, por aquí se recuerda a Carlos Gardel, muerto en un accidente de aviación en lo mejor de su carrera de cantante de tangos.

De Gardel se dice:

¡Andá a cantarle a Gardel!

Y se usa, por ejemplo, para mandar a paseo a alguien en el final de una fuerte discusión.

Pero también para expresar admiración y agradecimiento muy grandes a una persona, diciéndole simplemente:

¡sos Gardel!.

Obviamente ninguna de estas expresiones es académica.

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Comprobé que el virus entró en esa máquina y borró el ejecutable del antivirus, pero antes de morir, el antivirus, que estaba cargado en la memoria, mató el virus.

Yo pensé en ese drama que nunca llegará a los diarios, y supuse que formalmente sería un empate, pero a mí me pareció un combate verdadero, un drama modesto pero feroz, desarrollándose dentro de esa máquina.

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Y muy lejos de allí, comiéndose una hamburguesa cada uno, en la misma casa de comidas rápidas, pero en hemisferios distintos, continentes distintos, culturas distintas. separados por miles de kilómetros, en ciudades donde se hablan muy distintos idiomas, uno de día y el otro de noche, pero cada uno con apenas quince años de edad, y escuchando la misma música por los auriculares, uno, el creador del virus, y el otro, el creador del antivirus. Y cada uno pensando todo el tiempo en el otro, sin conocerse.

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Si no vamos a decir expresiones académicas aquí, por lo menos hoy, puede ser oportuno contar lo que le dijo mi madre por teléfono desde Buenos Aires a mi hermano que está en Barcelona, barbaridades que dice mi madre, queriendo darle ánimos a mi hermano.

No te perdiste nada yéndote.

Acá hay cada día más quilombo. (casi intraducible, da idea de desorden máximo).

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Mi hermana y yo estábamos allí escuchándola mientras hablaba, y nos mirábamos atónitos sin poder creer lo que estábamos oyendo, porque todos sabemos perfectamente que la persona que se ha ido pierde todo, hasta que consiga hacer pie, y aún después de eso.

Y los que se quedaron, con relación a los que se fueron, también perdieron todo.

Pero es que no se ha descubierto otra forma de seguir viviendo y de hacer cosas realmente nuevas, como no sea, antes, animándose a perderlo todo.

Estamos en eso.