miércoles 1 de junio de 2011

*
nuestra deuda con los que se mueren y en especial con los que cometen suicidio es tan grande que resulta impagable;
y esa deuda la tenemos con ellos porque nos hacen evidente que en cualquier circunstancia todavía será posible en general, salvo casos acotados, encontrar disponible una puerta para abrir;
una puerta eventualmente apta para los que puedan estar padeciendo de una muy grave claustrofobia que ya no quisieran padecer