sábado 6 de abril de 2002

*

Es posible que con los vicios que cada uno considera que tiene, se encuentre una manera extremadamente amable de relacionarse.

Sin ejercer violencia sobre el pretendido vicio, que ya se sabe que lo que puede ser vicio para alguno es gloria para otro, y nadie tiene la verdad, y algunos desconfían de que haya alguna verdad en absoluto.

Sin ejercer violencia con uno mismo, que ya uno mismo tiene suficiente con lo que tiene y con lo que no tiene, para soportarse a sí mismo con ánimos de corrección, en especial porque cualquier vecino puede considerar que uno tiene tantas cosas para corregir, y ellos también, pero lo de ellos no es nunca tan grave como lo nuestro y nunca tampoco es tan urgente.

*

Para el tema de los vicios presuntos y las cosas en general potencialmente inconvenientes para uno, sugiero la postergación.

Pongamos por caso, dejar el asunto para más adelante, todo lo que se pueda, cada vez.

Y bien se sabe que dejando las cosas para más adelante es una buena forma de no hacerlas nunca.

*

Y si lo que llamamos vicio o cuestión inconveniente insiste en presentarse, será cosa de tomarlo en cuenta y darse los gustos, que tampoco sería un crimen.

*

Siempre no sea algo que vivamos como crimen, que sea de las cosas que consideramos negociables.

Porque con las cosas que no podemos negociar, por una causa o por otra, y que nos traerán el arrepentimiento y el dolor, sería más fácil ahorrárselas del todo.

Cuando esté en nuestras manos ahorrarnos tales cosas, que no siempre será posible.

*

El tema del poder en las relaciones es un tema de observación y de constancia.

Observación, para darse cuenta de que está allí, y de constancia, para no dejarlo pasar cuando uno comienza a ver que ese tema está allí en las relaciones entre las personas.

*

Lo que en España es tú, en la Argentina, no sé si en toda la Argentina, es vos. Y tenemos el usted en el español.

Y a mí me revienta la gente mayor que trata de vos a los jóvenes y no tan jóvenes que los están tratando de usted.

Y mucho más me revienta cuando ese mayor está sentado en una situación de poder en un empleo, en una profesión, o en la familia, por ejemplo, como suegro o suegra.

*

Y están las diferencias sociales que se reflejan en el trato verbal con el otro.

Y podríamos tal vez advertirlas con solo prestarles atención, y después podríamos ser libres de hacer o no algo con ellas, tanto cuando las decimos como cuando nos las dicen.

*

Una persona que se ha hecho mayor, quizás sin más mérito que el paso del tiempo, o que está en una situación de poder derivada de su fortuna, empleo o profesión, debería estar en situación de advertir que es bien poco material para sentirse un poco más seguro, un poco mejor que el otro, establecer tales diferencias en su trato con los demás.

*

Hay algo muy saludable en los jóvenes que es tutear ahora a todo el mundo, y entonces los incómodos son los otros, lo cual me parece una justa retribución.

*

Los jóvenes, quizás recuerden cuando sean mayores sus sentimientos de ahora, para no hacer sin darse cuenta las mismas cosas que hacen los mayores cuando no recuerdan que fueron jóvenes, que fueron niños, y que el mismo espíritu estaba vivo allí adentro todo ese tiempo, sin ninguna edad, sin ninguna diferencia.