martes 9 de abril de 2002

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Escribir todo y que se te borre es hacer dos veces lo mismo, pero nunca será lo mismo. Apuesto a eso.

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Esto lo escribí después de escribir todo nuevamente pensando que se me había borrado todo el trabajo.

Pero recién cuando terminé me dí cuenta de que no fue así.

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Gracias a eso, como versión uno, se podrá leer lo que estaba en el documento desaparecido, y como versión dos, lo que se puso sobre el mismo tema en el documento nuevo. Lo que figura como versión única, lo escribí solamente la segunda vez. Y lamento ser doble, por esta vez únicamente, pero si se lo piensa un poco, es un recurso que los compositores de música y los poetas están empleando todo el tiempo.

Y esto tan raro me libra a mí de la decisión de determinar cuál de las versiones es la que debe ir.

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única versión:

Maté a algunos de mis enfermos por un exceso de audacia que, en cambio, curó a otros.

Marguerite Yourcenar. Opus nigrum. Ediciones Alfaguara SA.

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Versión uno:

Los gestos de los padres en los hijos, posiblemente invisibles para ellos mismos, pero evidentes para los demás.

Los rasgos de los padres en los hijos.

¿Desde qué momento vienen?

Si fuera desde el principio de todo, habría que pensar en esa persona con todos los gestos y todos los rasgos de todos nosotros.

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Versión dos:

Los hijos hacen algunos gestos que son propios y otros que son de los padres.

Los rasgos de los hijos a veces son propios y a veces son de los padres.

Los que siempre se dan cuenta de esas semejanzas son los otros.

Algunos piensan que con el carácter, las virtudes, los defectos, pasa lo mismo.

Yo me preguntaba si yendo hacia atrás, desde dónde llegaría ese legado de características, tics, gestos, manías, propiedades del cuerpo y del espíritu.

Y pensé que en algún lugar del pasado se encontraría aquél que reuniera los rasgos y actitudes básicas de cada uno de nosotros.

Entonces no me pareció tan raro que alguna gente insistiera en la idea de Dios.

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Versión uno:

Jardines casuales que pone el tiempo en algunas calles con empedrado, donde empieza a crecer lo verde en muy distintas formas.

Lo casual de esa vegetación que nos habla del abandono y de la crisis, pone belleza en todos los rincones.

Surgen en esas paredes rotas una especie de helechos que imagino con un parentesco de alguna clase con helechos gigantes de la prehistoria que sugieren su vuelta eventual para algún momento de nuestro futuro.

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Versión dos: Los jardines que nos ofrece la casualidad entre las paredes derruídas y creciendo en medio de las ruinas, dan una idea de lo que ha sido antes y de lo que será cuando ya no estemos por aquí para poder verlo.

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Versión uno:

Si caminar por las calles lo suficiente permite ver los jardines casuales, ver un naipe de cuatro de copas tirado en una esquina nos permitiría conocer nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro, si solo pudiéramos leer lo que dice allí en todo ese oráculo.

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Versión dos:

Si usted camina por las calles y observa los restos de la basura remanente allí, después de que oficialmente se llevaron la basura, podría conocer todo el pasado y todo el futuro si estuviera preparado para hacerlo, leyendo la disposición casual o nada casual de esos restos.

Parece disparate, pero no pensarían lo mismo los afectos al I-Ching, a la lectura de la borra del café, al Tarot, y a tantas tradiciones o tal vez meramente pretensiones quizás milenarias de que nada es casual, y de que todo nos dice algo acerca de todo, con que solamente pudieran interpretarse su orden y su desorden.

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Versión uno:

Creemos ser diferentes por nuestro cuerpo y por nuestro espíritu, y es posible que eso sea cierto.

Pero somos diferentes por la basura.

Cada persona deja una marca particular en la basura que saca a la puerta de su casa, o según los hábitos de cada uno, la que va dejando abandonada a su paso durante el día.

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Versión dos:

Así como cada uno cree diferenciarse por las notas de su cuerpo y de su espíritu, nos diferenciamos por la basura específica que cada uno deposita cada día en el frente de su casa, o según las costumbres de cada uno, según la basura que cada día va sembrando a su paso por la vida.

Y es así que dos personas distintas no producirán la misma basura.

O dicho otra manera, aprovecharán sus oportunidades de consumir y de apropiarse de lo que consideran positivo de muy distinta manera entre sí, y entonces, desecharán distintas cosas en el momento de desechar.

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Versión única:

Puede ser un poco sorprendente esta manera de observar los residuos, pero se sabe que estudiar los residuos es una actividad técnica en los países desarrollados y no tanto, donde muy seguido o casi constantemente se utilizan los estudios de la basura según los estratos sociales para conocer los hábitos, tendencias y potencialidades del consumo. En fin, cosas del capitalismo.

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Versión uno:

Cada persona es única a la hora de comprar y de no comprar, y cada carrito en el supermercado o de no carrito, porque hay gente que no llega a usar carrito, habla de lo distinta que es la vida de cada persona, cuando se advierte que dos personas consiguen llevar cosas completamente distintas entre sí.

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Versión dos:

El asunto comienza un poco más atrás, comienza en los hábitos de compra y de no compra. Si uno ve los carritos del supermercado, los contenidos de los carritos son tan distintos, que es imposible imaginar que lo fueran más. Lo que compran y no compran dos personas distintas, no se parece creo que jamás, ni aproximadamente.

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Versión uno:

Sostener la mirada del otro es un desafío al que es mejor renunciar.

Salvo que uno esté dispuesto a perder la vida que conoce ahora, le guste o no, porque sostener la Mirada del otro puede llevar a otra vida completamente distinta.

O quizás no pase nada si es que la sostiene, pero será porque no es el caso, o no es el momento, o porque el otro no quiere cambiar su vida de allí en adelante.

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Versión dos:

A veces pienso que es mejor no sostener la mirada del otro.

Me refiero a los encuentros meramente casuales, donde ese otro aparece de repente y es el contacto con mundos que no existieron para nosotros, y que no existirán de ahora en adelante.

Pero si sostenemos esa mirada, podría implicar entrar en ese mundo, saliendo del nuestro.

A menos que no pase nada de eso porque no es el tiempo, no es el lugar o la otra persona no quiera abandonar su propio mundo.

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Versión única:

Cuando caminando por la calle se ve el mismo canal de televisión en todos los comercios, uno aprecia lo difícil que será ser uno mismo ese día.

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Versión uno:

La tele mostraba al pasar incidentes entre ahorristas frustrados y policías.

Se veía gente aplaudiendo y haciendo sonar pitos y cacerolas.

Yo pensé que cualquier acción inocente, aunque fuera solamente estar allí, sin aplaudir y sin hacer ruido, también podría terminar en incidentes.

Pensé también en esa persona que saliendo de su casa para protestar apostó a correr un riesgo eventual y genérico, y deslizándose por un tobogán de pequeñas decisiones inocentes fortuitas o no, terminó detenida, golpeada o golpeando, y así todo lo que sigue.

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Versión dos:

Sin quererlo se ve por la televisión que los ahorristas frustrados tuvieron incidentes con la policía.

Alguna de esa gente aplaudiendo, gritando y haciendo sonar pitos, nunca pensó que al levantarse hoy a la mañana iniciaría una serie de minúsculos actos que la llevaría a los incidentes, al arresto, transitorio casi seguramente, y a otra serie de sucesivos actos minúsculos individualmente, pero en conjunto ya casi ingobernables, casi sujetos por completo al ciego destino.

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Versión uno:

Ella le habló con toda conciencia del momento en que ya no compartirían las cosas.

Lo hizo rápidamente y creo que con una o dos, a lo sumo tres frases, que englobaban todas las posibilidades, y hasta lo inesperado.

También hablaron de la vida que da a lo que se vive, al valor que le da, saber que se está terminando todo el tiempo.

Versión dos:

Ella le habló del final.

De ese momento en que no compartirían más nada.

Lo hizo de forma tal que contemplaba todas las posibilidades.

Lo hizo para expresar lo importante de ser felices en el momento de ahora por el tiempo que pueda durar eso, que no será para siempre.

El se sorprendió de oír lo inevitable pintado con esos pinceles y le pareció una hermosísima verdad, con todas las letras y con todos los colores.

Le gustó estar compartiendo esa verdad.