sábado 14 de septiembre de 2002

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me cuentan que en el subterráneo pasan cosas bien interesantes.

Un señor empezó a decir que estaba pidiendo aportes del público para un hogar de jóvenes con alguna clase de problemas, y daba una serie de precisiones sobre el asunto a viva voz.

Los subterráneos de Buenos Aires, según su antigüedad meten mucho ruido, pero en medio de todo ese ruido, un policía de uniforme que allí viajaba le preguntó en muy baja voz al hombre, si tenía papeles que lo habilitasen para pedir en nombre de esa sociedad que él decía, y entonces el hombre le contestó con solamente dos palabras:

no conmigo.

Pero ese hombre no dijo más nada, y se bajó urgente del tren, porque el policía con la misma voz que casi nadie podía escuchar, salvo el destinatario, le dijo solamente, también dos palabras:

usted sabrá.

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Tenía interés por comprobar si la astrología funcionaba en computación como para hacer pronósticos astrológicos hacia el pasado, para ver la correlación entre el pronóstico y los datos conocidos.

Puso una fecha y vio en el monitor textos que indicaban que esa sería una época plena de posibilidades positivas, muchísimas de ellas nuevas.

Pero los datos que él puso fueron los correspondientes a una época que recordaba muy amargamente porque en ese tiempo fue donde se le cayó todo.

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De modo que después de esa prueba que hizo pudo pensar que esos programas de astrología para la computadora son pura tontería, porque dicen todo al revés.

Claro que recordaba también que después de toda esa conmoción y grave pérdida, todo empezó a andar cada vez mejor en su vida, de modo que también cabía pensar que en realidad lo que estaban reflejando esas predicciones que parecían erradas totalmente, eran las viejas verdades de muchas filosofías.

Que lo malo muchas veces será condición para que se dé luego lo bueno, y que las peores épocas pudieran ser en realidad el punto exacto donde comiencen las buenas.