miércoles 10 de abril de 2002

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En tiempos que en la Argentina se redescubre la inflación detenida por una década, los comerciantes no saben qué poner en las vidrieras para no ser responsabilizados por el movimiento de los números.

Uno de ellos intentó explicar lo inexplicable con este cartel:

esta casa no es formadora de precios.

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Escribir puede presentar las mismas dificultades para hacerse entender que cuando uno se expresa verbalmente.

En mi caso ocurre que algunas veces digo algo y difícilmente se me tome en forma textual.

Entonces sin quererlo soy escuchado como crítico, irónico, cómico a veces, cubro una serie increíble de matices que percibe el otro en lo que digo, pero muy difícilmente lo mío reciba una comprensión textual.

Pensaba que al hablar, eso sucedía porque debía haber algo en mi gesto mientras hablaba, o quizás había algo en la expresión de la voz, pero escribiendo me sucede lo mismo a veces.

Así que estoy pensando ahora que debe haber algún factor que quizás aparezca aleatoria y caprichosamente en mi modalidad de expresión, que produce esos efectos inesperados por mí, lo que hace todo suceda en forma bastante emocionante e imprevisible.

Porque tampoco voy a echarle la culpa de todo lo que sucede a esa forma tan extraña que tienen todos los demás, esa gente tan ridícula que entiende de cualquier manera, y siempre mal, las cosas que yo digo tan simple y claramente.

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No me resulta posible saber si es un término recibido de la psicología, o si salió de la experiencia de la computación y pasó a la esfera de las relaciones personales.

Quizás nunca se sabrá lo que ocurrió primero, como la famosa historia de la imposibilidad de saber si fué primero el huevo o si primero fue la gallina.

El hecho es que las personas, igual que las máquinas (ordenadores, computadores, computadoras), por lo menos por estos lugares, se cuelgan, se tildan.

No sé como se dirá eso en cada país, pero es cuando usando W aparece una pantalla azul que dice que el sistema está haciendo algo que suena muy respetable, pero nunca lo que nosotros necesitamos, y además da toda la impresión de que en realidad, el sistema no está haciendo nada de nada.

Colgarse, por estos países, es un término que puede ser usado para decir que la persona parece que está ahí pero tiene la mente y el espíritu en otra parte.

También se usa la expresión "colgarse" para aludir a la persona que consumió algo que la puso fuera de sí, o también cuando una persona sale y no se tienen noticias de ella por un lapso desacostumbrado, sin que llame por teléfono ni se sepa por dónde anda.

La diferencia entre las máquinas y las personas cuando se cuelgan, es que a las máquinas se las resetea, o se las apaga y se las vuelve a encender, o se decide uno por fin a cambiar el sistema operativo.

En cambio, por lo que yo sé, las personas se van reseteando solas, o por lo menos, eso es lo que se espera de ellas cuando la cosa no es grave.