viernes 12 de abril de 2002

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La edición de hoy incluye contenido de sexo explícito.

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Aunque parezca mentira hubo un tiempo en que la pornografía era otra cosa.

Los jóvenes debían ser muy afortunados en otros tiempos para encontrar un poquito de pornografía, no era para nada sencillo, cosa natural y de todos los días al alcance de cualquiera, como ahora.

Parece increíble hablar ahora de estas cosas, pero es estrictamente cierto.

Es como si uno dijera que había que fabricarse el propio pan, pero era casi más fácil fabricarse la propia pornografía que conseguirla.

Y esta es una historia que hoy no tiene mayor sentido, pero el hecho es que fue una historia de la vida real.

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Encontró un proyector de cine que había traído uno de sus hermanos mayores, que andaba siempre con cuestiones de fotografía, era músico, tocaba la batería en conjuntos de jazz, y frecuentaba lugares de diversión nocturna. Un desastre.

El autor de estas líneas tenía quince años cuando ocurrió esto, y por afán de investigación nada más, cerró todas las puertas y armó el proyector, y se sorprendió muy gratamente cuando llegó a hacerlo funcionar, sin entender en principio qué era eso tan raro que se veía proyectado en la pared, por la naturaleza de las imágenes, y porque la película la había puesto invertida en el proyector.

En unos segundos llegó a entender que la película que había empezado a correr era pornografía casera, lo que le pareció un verdadero milagro.

Contentísimo con su increíble suerte sacó la película y la empezó a poner correctamente para verla a sus anchas, cuando su hermano de cinco años empezó a golpear las puertas, preguntando qué estaba haciendo y queriendo entrar a toda costa.

No pudo negarle la entrada a su hermano menor, que cada vez golpeaba más fuerte y gritaba más, y pronto tendría allí a toda la gente de la casa, así que apagó todo, le abrió la puerta a su hermano y guardó el proyector.

Y por supuesto, nunca más pudo ver esa película porque pasó el momento y ese material muy pronto desapareció de la casa.

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Fin de la sección con material de sexo explícito.

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Pero antes de eso, a los siete años, muchas cosas se ignoran, pero se van aprendiendo, especialmente en la escuela.

Estábamos en el primer piso en un recreo y sonó el teléfono en una oficina, y no había nadie allí, así que los tres atendimos y a la mujer que apareció en el tubo le dijimos cosas divertidísimas, algunas malas palabras, cosas surtidas.

Que se cortaron abruptamente cuando esa maestra que levantó el tubo del teléfono en la planta baja de la escuela apareció por la puerta de la oficina del primer piso y nos vio.

En la escuela se aprende de todo. Allí me enteré que algunas de las llamadas que recibe un teléfono vienen de bien cerca, de la planta baja de la misma escuela.

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Y antes de eso, a los cinco años, en pleno gobierno de un líder popular idolatrado por la gente venida del interior del país y por los sectores más modestos de la población, la señora dueña de casa dejó a sus pequeños hijos con la empleada doméstica y salió a hacer unas cosas.

A su regreso la empleada se quejó muy amargamente a la señora porque por culpa del niño no había podido terminar de escuchar el discurso del General por la radio.

Todo porque en lo mejor se había cortado la luz eléctrica, y era porque el niño se había trepado a un pilar, había desenroscado los fusibles de la electricidad, y se los había llevado a la empleada para que ella viera los lindos colores que tenían.

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Andy Warhol. Mi filosofía de A a B y de B a A. Tusquets.

No digo que uno deba alegrarse cuando muere una persona, sino que resulta curioso ver casos que demuestran que no tienes porqué entristecerte por ello, según lo que crees que significa y lo que crees acerca de lo que piensas que significa.

Una persona puede reír o llorar. Siempre que lloras podrías estar riendo, tienes la posibilidad. Los locos saben mejor que nadie cómo hacerlo porque tienen la mente suelta. Por lo tanto, puedes recurrir a la flexibilidad de que es capaz tu cabeza y emplearla en tu favor. Decides lo que quieres hacer y cómo quieres pasar tu tiempo. Recuerda sin embargo, que creo que me faltan algunas sustancias químicas, de modo que a mí me resulta más fácil que a una persona que tiene un montón de sustancias químicas en el sentido de la responsabilidad, pero aún así el mismo principio puede aplicarse en un montón de casos.

Siempre dicen que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad tienes que cambiarlas tú mismo.

Andy Warhol.