domingo 22 de septiembre de 2002

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Eso tenemos, vidas de pronóstico imposible.

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Recordar un sueño en el que toda la noche intentamos dar con la habitación del hotel, mirando cada vez el número de la llave que teníamos en la mano, pone en contacto con la frustración.

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Encontrarse con un obstáculo donde no debería haberlo, en la práctica de una maestría que debería habernos dado algo durante la vida vivida, pone en contacto con la frustración.

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Y si uno tuviera que elegir entre la frustración y la soberbia, elegiría la primera, pero no es obligatorio elegir entre dos cosas que no durarán.