miércoles 24 de abril de 2002

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Tenemos en el español la letra h que es muy difícil de administrar.

Creo que tenía cinco años y dibujé lo que podía ser una plaza con un cartel de prohibido pisar el césped, y la maestra me recordó que la palabra prohibido llevaba h.

Al oír eso, me acuerdo como si fuera hoy el instante en que lo pensé muy seriamente, y puse la h al final de la palabra prohibido, que era donde había lugar para ponerla.

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Cierta gente ya entrada en años, refiere un dicho popular:

chicos chicos, problemas chicos,

chicos grandes problemas grandes.

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Ese hombre decía que tener hijos y relacionarse más o menos adecuadamente con ellos no era tan difícil y problemático como se pensaba normalmente.

El decía que solamente había que tener un poco de paciencia con eso al principio y que el problema eran solamente los primeros veinticinco años, y que después era bien fácil, en general.

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Ese argentino había esperado a llegar a Australia para recién allí interesarse por sus antepasados que habían arribado a la Argentina al principio del siglo anterior.

Y tuvo que hacer a distancia una laboriosa investigación que ni siquiera se le ocurrió cuando estaba en el lugar y en el momento indicados para hacerla.

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A alguna gente le acomete una pasión investigadora acerca de su árbol genealógico.

Y pone muchísimo interés en la detección de primos y tíos lejanos en los países y continentes más diversos.

A veces esa misma gente no reconoce hermanos, padres, hijos, así los esté viendo delante de sus narices.

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Es el fenómeno del interés por lo poco accesible, que se repite diariamente cuando estamos cara a cara con alguien, y nos desconectamos de ése mientras llamamos por teléfono a distintas personas, o leemos el diario, o miramos la tele.

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El fenómeno del interés por lo inaccesible puede manifestarse en algunas personas en su inquietud por el tema de la supervivencia eventual a través de distintas vidas.

Cuando a Krishnamurti le preguntaron si él creía en que hubiera para la misma persona vidas pasadas y futuras, contestó que teniendo en cuenta que no sabíamos qué hacer con nuestra vida de ahora, no tenía mayor sentido preocuparse por si había o no había más vidas, antes o después de ésta.

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No siempre el que tenemos más cerca es el que más cerca está.

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A veces el que está más cerca de nosotros, esté cerca o lejos, es el que nos ayuda más, y llegado el momento, si corresponde que así sea, es el que más nos pegará.

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El tema de mirar con interés y deseo lo que está lejos en la geografía o en el tiempo puede ser un interesante desafío.

También puede ser una de las variadas formas de excusarse, de inutilizarse en el intento de lo que no es.

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Cerca o lejos, ahora o en otro momento, son ésas las circunstancias que nos toca administrar.

A veces, teniéndolas en cuenta, con eso solamente, recibimos orientación.