viernes 26 de abril de 2002

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Los llamados sitios para adultos pueden interesar más o menos, o no interesar del todo.

Lo que verdaderamente llama la atención, si es que uno se lo piensa un poquito, es el eufemismo utilizado para su designación genérica, esto es "sitios para adultos".

Esa expresión es equívoca, como corresponde.

Puede dar la impresión de que solamente siendo adulto puede ser recomendable entrar en ellos.

O de que entrando en ellos uno completa de alguna manera su formación y se hace adulto, pero no por lo que normalmente podría pensarse.

Podría significar que cuando uno vio qué era todo lo que se podía ver en esos sitios, y advirtió que podía resultar bien aburrido, entonces quizás haya sentido que se hizo adulto, por lo menos con relación a eso.

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El sistema impositivo que rige en la Argentina para recaudar aportes de la gente que trabaja formalmente por su cuenta incluye un sistema que consiste en pagar mensualmente una suma determinada, cualquiera sea el resultado que den las cuentas de cada uno.

Con lo que la persona debería aportar aunque pierda, o aunque no gane un centavo.

Eso, combinado con la obligatoriedad de presentar ese número de inscripción para los trámites más insólitos, lleva a la gente a inscribirse, pero son muy pocos los que pagan algo.

Fue pensando en eso que alguien dijo que si se quisiera aislar de alguna manera a los que no pagan, debería encerrarse a los pocos que pagan y separarlos de la enorme multitud, y eso sería lo más fácil.

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Cuando encarecen o desaparecen los insumos importados pasan cosas creativas, como llenar los cartuchos de las lapiceras de tinta con las mismas jeringas que sirven para dar inyecciones.

Y descubrir que las lapiceras descartables no se descartan nada, si es que se advierte la forma de usar las mismas jeringas para convencerlas de seguir prestando servicios.

En fin, cosas del subdesarrollo y la crisis, que no dejan de tener su costado ecológico.

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Ese local de telefonía tenía un cartel:

sin sistema. disculpe las molestias.

Queriendo expresar con eso que por falta de corriente eléctrica, o por fallas del sistema de computación, no se podía prestar el servicio.

Y yo pensé que ese mismo cartel podíamos ponerlo en los bancos, en la administración de justicia, de salud, de seguridad, en el Congreso de la Nación, y en el Poder Ejecutivo, y quizás en muchas otras actividades de distinto carácter, de las que hacen funcionar a un país como tal.

Esta es una sugerencia para la Argentina, pero quizás pueda servir también para algún otro lugar.

Es posible que sea un cartel algo impresionante, pero tendría sus virtudes, en principio, porque te diría la verdad, y porque te tendría en cuenta para comunicarte lo que está pasando, sugiriendo implícitamente que alguien valora tu comprensión.

Y sería algo positivo además, porque uno quisiera creer, aunque nadie se anime a decirlo, que semejante cartel haría referencia a un colapso de tipo operativo, de los que se creen transitorios, con o sin razón.

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Y ponerle además, disculpe las molestias, sería una verdadera gentileza, hay que reconocerlo.