viernes 4 de octubre de 2002

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no iría ya jamás a esa casa y se alegró el día que llamó por teléfono y no encontró a nadie, así, simplemente, pudo dejar su mensaje sin tener que hablar directamente con nadie;
y se alivió al comprobar que la voz grabada que le sugería dejar un mensaje no fuera ya nunca más su propia voz
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decir algo que cae mal al otro y decirlo en otra oportunidad, más de una vez, como por una extraña compulsión, sabiendo que volverá a caer mal, es bastante inexplicable, pero ojalá no fuera inevitable