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Este hombre había llegado de Francia y entró a visitar a su madre.
Apenas llegó pidió permiso para pasar al baño.
Los demás quedaron conversando hasta que se oyeron fuertes, inexplicables e interminables carcajadas que provenían de ese baño.
Después de salir, todavía muerto de la risa, ese hombre contó que el desodorante de ambientes que se usaba en Buenos Aires y que estaba adentro de ese baño tenía por marca de producto una palabra que en francés quiere decir pedo.
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Muchos años después de haberlo visto por primera vez comprendió quizás la razón por la cual ese maestro de artes marciales mostraba en las exhibiciones que se hacían una vez por año para el público general, las cosas que se veían como menos impresionantes.
Quizás fuera porque las cosas que mostraba fueran en verdad impresionantes y no resultara fácil verlas como tales sin el conocimiento adecuado.
Aunque pudiera haber algo de eso, la razón de más peso podría haber sido quizás que el afán de impresionar abandone el espíritu de las personas en cierta etapa de su evolución.
Y ese momento no será el mismo para las distintas personas y para las distintas evoluciones.