miércoles 1 de mayo de 2002

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Este hombre había nacido en la Argentina, pero estuvo viviendo varios años en otro país de latinoamérica.

Regresaba a vivir a su país, y lo hacía en 2002, un año en el que la crisis hacía emigrar a muchos argentinos.

Este hombre en cambio, venía muy tranquilo a vivir aquí, y me sorprendió con esta frase, con lo que trataba de explicar lo que que consistía la base del porqué la gente de aquí se hacía problemas.

Me dijo: lo que pasa es que por aquí todavía se le da mucha importancia al dinero.

Entonces dió algunos ejemplos, de entre otros muchos que había visto donde había vivido él, que indicaban que gran parte de la población, desde hacía ya mucho tiempo, o en algunos casos quizás desde siempre, se encontraban plenamente organizados fuera del circuito del dinero, y algunas veces con sus propias estructuras y autoridades regionales.

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No estoy mencionando nombres de países, porque en realidad lo que decía este hombre hacía referencia a una situación bien extendida por el mundo, por no decir general.

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Y no hago nombres, porque todavía puede haber gente que, inadvertidamente, pueda pensar que las sociedades que se mueven fuera del capitalismo, o mejor dicho, que muestran islas de progreso en medio de mares de pobreza incomprensible, resultan ser, forzosamente, sociedades atrasadas, y eso no tiene porqué ser cierto siempre y en todos los casos.

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Obviamente, se discutirán siempre las más distintas recetas y opiniones respecto de este fenómeno mundial, pero a esta altura parece evidente e indudable como hecho la generación de pobreza por parte de sociedades industriales, y eso no puede ser considerado un fenómeno secundario ni casual.

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Esta situación recuerda aquellas otras en las que un globo o un avión pierden altura peligrosamente, y entonces sus tripulantes tiran al vacío todo lo que pueden para salvar la nave y sus propias vidas, incluso sacrificando a los restantes pasajeros.

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Quizás estemos viendo cada día cómo se va a pique esa nave.

Eso puede doler, claro, si es que todavía teníamos la ilusión de tener un asiento reservado en ella.