jueves 2 de mayo de 2002

*

Cuando se corta un trabajo que necesitamos como cuestión de vida o muerte, por un segundo, y a veces por un poco más, es como si se cayera el mundo sobre la cabeza de uno.

De nada sirve saber que es una cosa que ocurre bien a menudo.

Tampoco parece servir de mucho todo lo que hicimos para prepararnos para afrontar ese momento con dignidad, o por lo menos con cierto decoro.

Casi siempre tuvimos tiempo de prepararnos, mucho o poco, porque generalmente ese tipo de catástrofes son catástrofes anunciadas por montones de signos, de los gruesos o de los sutiles, que uno aprendió a leer o adivinar.

*

No se puede saber cómo, porque todos los pronósticos parecen estar en contra de eso, pero uno sobrevive a las catástrofes como ésa, y también sobrevive a peores catástrofes que ésa.

*

Y si no llega a sobrevivir, porque hay eventos tan fuertes que se llevan la pareja, los hijos, los amigos, la salud, aquella persona que sigue en esta tierra después de todo eso es alguien que quizás se parezca un poco por afuera al que era antes, pero ahora es otro.

*

Siempre me gusta pensar en las dificultades como desafíos a resolver, pero no hay ningún mérito en hacer eso, cuando uno se da cuenta de que no tiene más remedio que hacerse cargo de lo que sucede.

*

También las catástrofes son un test que nos pone a prueba en varios terrenos.

Son una forma de comprobar si podemos contar con la ayuda de nosotros mismos cuando las cosas se ponen difíciles de verdad.

*

También son un test para saber con qué gente estamos asociados.

Y para saber si podemos contar con ellos cuando las cosas se ponen difíciles de verdad.

*

Algunas veces, que las cosas se nos corten desde afuera, nos permite terminar lo que jamás terminaríamos por propia voluntad, aunque no nos sirva, no nos guste, no nos convenga.

*

Entonces, pienso cómo se habrá sentido cada uno de nosotros cuando llegó el momento de nacer, teniendo que cambiar el mundo conocido y hecho a medida, por todo esto, que a través de los años, no nos deja de sorprender y de afectar, para bien y para mal.

Y también pienso a veces que si no nos obligaran a nacer, quizás todavía seguiríamos allí, ¡qué disparate!