martes 7 de mayo de 2002

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A veces nos irrita encontrarnos con gente que ve las cosas de distinta manera que nosotros, y nos lo hace saber.

El otro extremo lo ejemplifica lo que dijo un alto funcionario de una conocida institución económica internacional, expresando que no confiaba para nada en las seguridades que le había dado un transitorio presidente de la Argentina a fin del año 2001.

Lo expresó en estos términos:

es el tipo de persona que dice exactamente lo que cree que uno quisiera oír.

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Decía en ese libro que no había que atribuir a la mala intención del otro lo que quizás se debiera solamente a su estupidez.

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Ella le preguntaba algunas veces durante la cena si ese día había almorzado, esperando que él le contestara que sí o que no, pero él le decía que no se acordaba.

Salvo cuando había almorzado, en cuyo caso sí se acordaba.

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Las veces que a él le tocó secar los utensilios en esa casa, dudaba respecto de dónde poner en ese cajón cada una de las cosas, porque a veces las cucharas estaban en un lugar, y a veces en otro, así como los demás cubiertos.

Hasta que un día estaba allí y vio como esa señora cuando estaba muy apurada simplemente volcaba dentro del cajón y en cualquier parte los cubiertos que había en el recipiente donde se escurrían después de lavarlos.

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Nos esforzamos por encontrar secuencias y leyes en los acontecimientos.

Y si a veces lo logramos, quizás sea solamente válido para esa vez, o quizás sea algo que nos conforma, pero que no evidencie una secuencia que se dé siempre y en todos los casos.

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Dice en el Diccionario de Símbolos de Juan Eduardo Cirlot, Editorial Siruela:

Maya: "La lección puede entenderse psicológicamente en tanto se refiere a nosotros. La proyección, la exteriorización constante de nuestra Shakti (energía vital específica) es nuestro 'pequeño universo', nuestro dominio restringido y ambiente inmediato, lo que nos concierne y nos afecta. Poblamos y coloreamos la pantalla objetiva indiferente, neutra, con las imágenes y los dramas del filme que constituye el sueño interior de nuestra alma y, en consecuencia, caemos víctimas de esos acontecimientos trágicos, de esas alegrías y dolores. El mundo, no tal cual es, sino como lo percibimos, es el producto de nuestra maya o ilusión. Puede entenderse esta última como nuestra propia energía vital, más o menos ciega, que produce y proyecta las formas y apariencias demoníacas o bienechoras. Somos así los prisioneros de nuestra propia Maya Shakti y del filme que ella suscita sin tregua. Es la magia del no saber, del hecho de 'no conocer mejor'. El Ser Supremo es el dueño de la maya. Todos los otros son las víctimas de su propia maya personal. Liberar al hombre de una tal magia es el objeto principal de todas filosofías hindúes".

Metamorfosis: Las transformaciones de unos seres en otros, de unas especies en otras, corresponden …al sentimiento esencial de la diferencia entre lo uno indistinto primigenio y el mundo de la manifestación. Todo se puede transformar en todo porque nada es realmente nada. La transmutación es otra cosa. Esa metamorfosis en sentido ascendente aparta las apariencias del movimiento de la Rueda de las Transformaciones y las dirige, por el camino del radio, hacia el "motor inmóvil" del centro inespacial e intemporal.

Juan Eduardo Cirlot.