26.6.2018

Mrs. M’Guinness, majestuosa, con sus cabellos plateados, hizo una reverencia al padre Conmee desde la vereda de enfrente por donde se desplazaba. Y el padre Conmee sonrió y saludó. ¿Cómo estaba?
Tenía una buena carrocería. (…) Y pensar que era prestamista. ¡Vaya, vaya! Con semejante… ¿cómo decirlo?… aire de reina. Ulises, James Joyce, traducción Zabaloy