miércoles 15 de mayo de 2002

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Caminar por un cementerio en tren de paseo debería ser lo mismo que caminar por cualquier parte.

Pero parece que no es lo mismo, porque paso muchas veces por la puerta de ese cementerio y no entro para caminar en tren de paseo.

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Cuando alguien muere los que están allí para despedirlo, si no es que están demasiado hechos a eso por su profesión, son tocados como por una especie de gravedad especial que se expresa en su percepción de la situación y en su trato con los otros que están allí y con el cuerpo de ese que ahora está muerto.

Eso sucede porque el muerto pasa a ser representante de La Muerte.

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Pienso además que esa gravedad en la presencia de quien se ha muerto no se daba frente a la misma persona cuando estaba viva.

Y creo que eso pasa porque cuando vemos que una persona vive nos cuesta verla como representante de La Vida.