jueves 24 de octubre de 2002

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los ruidos son tratados como polución, y es una buena forma de verlos, o mejor dicho, de oírlos;
pero así como un dolor más fuerte hace olvidar dolores menores, los ruidos ayudan a sobrellevar otros ruidos;
una señora pone bien fuerte el volumen de la radio para tapar los sonidos dignos de la selva producidos por el loro enjaulado por su vecina;
y los días primaverales permiten dejar abierta la puerta del bar, y así los ruidos de la calle tapan el sonido de las noticias del televisor;
y todos los ruidos que tenemos por todas partes, nos impiden, para bien o para mal, tomar contacto con ese indescriptible silencio que reina allá afuera y aquí adentro
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en la película de detectives, un atleta que se había superado a sí mismo, le dijo su frase célebre al detective:
el espíritu es fácil de romper, pero no imposible de reparar;
eso sonó impresionante, pero con la misma certeza, podría decirse:
el espíritu es difícil de romper, e imposible de reparar;
lo que parece decir, en el fondo, que tratándose de esa cosa llamada espíritu, lo que sea que pudiera ser eso, no parece ser ésa una entidad que se deje atrapar mansamente dentro de los límites de las frases categóricas