lunes 28 de octubre de 2002

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De Tanizaki. El elogio de la sombra. Biblioteca de ensayo. Siruela.
No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido; es decir, tanto en las piedras naturales como en las materias artificiales, ese brillo, ligeramente alterado que evoca irresistiblemente los "Efectos del tiempo"; eso suena bien, pero en realidad es el brillo producido por la suciedad de las manos.
Los chinos tienen una palabra para eso, "el lustre de mano", los japoneses dicen – "el desgaste" – el contacto de las manos durante un largo uso, su frote, aplicado siempre en los mismos lugares, produce con el tiempo una impregnación grasienta; en otras palabras, ese lustre es la suciedad de las manos.
Esto explica que al aforismo que reza: "el refinamiento es frío" se le ha podido añadir: "y algo sucio". Sea como fuere, es innegable que en el buen gusto del que alardeamos entran elementos de una limpieza algo dudosa y de una higiene discutible.
Contrariamente a los occidentales, que se esfuerzan por eliminar todo lo que sea suciedad, los extremo – orientales la conservan valiosamente y tal cual, para convertirla en un ingrediente de lo bello.
De manera más general, la vista de un objeto brillante nos produce cierto malestar. Los occidentales utilizan, incluso en la mesa, utensilios de plata, de acero, de níquel, que pulen hasta sacarles brillo, mientras que a nosotros nos horroriza todo lo que resplandece de esa manera.
Nosotros también utilizamos hervidores, copas, frascos de plata, pero no se nos ocurre pulirlos como hacen ellos. Al contrario, nos gusta ver cómo se va oscureciendo su superficie, cómo, con el tiempo, se ennegrecen del todo.
Tanizaki.
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Del programa Fortune-mod, de Red Hat

la inteligencia artificial es a la inteligencia, lo que las flores artificiales son a las flores.

únicamente un idiota no tiene dudas

¿viajar en avión no es maravilloso?
desayuno en Londres, cena en Nueva York, equipaje en Brasil.

no hay ninguna cura para el nacimiento y la muerte, fuera de disfrutar el intervalo. George Santayana.

mi madre amaba los niños. ella hubiera dado cualquier cosa con tal de haber tenido uno. Groucho Marx