viernes 1 de noviembre de 2002

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ponerse en el lugar del otro puede ser un inconveniente; como se sugería en ese cuento en el que; para expresarlo brevemente, se enamoraban un hombre extremadamente obeso y una mujer esbelta;
ese hombre prometió volver a verla en un cierto tiempo, sin darle mayores explicaciones, y cuando se encontraron nuevamente, él se había puesto a tono con ella y era un hombre esbelto, y en todo ese tiempo, ella también había hecho sus cambios, y era una mujer extremadamente obesa; y no parecía un cuento con final feliz, aunque quizás sí lo haya sido al final, nunca se sabe
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pensando en las cosas eternas, hubo alguien que ideó el reloj de sol, tal vez teniendo en cuenta que pasarían muchísimas vidas humanas antes de que ese sol se apagase;
pero el invento falló porque todavía no existe un lugar lo suficientemente seguro para poner ese reloj y dejarlo allí todo ese tiempo