sábado 2 de noviembre de 2002

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las moras aparecen en el medio de la ciudad, parece un árbol más, pero las moras manchan el piso;
se podrían comer solamente ésas que están allá arriba, que son las que están maduras;
donde es imposible llegar
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la señora llevaba su perro con la correa; sería una escena habitual, si no fuese porque ese perro tenía para caminar solamente las dos patas delanteras; su parte posterior estaba en una especie de bolsa, que colgaba de un travesaño metálico que llegaba al piso y apoyaba en dos ruedas;
pensaba en el destino de esa mujer atendiendo a ese perro y en general, en las situaciones que exigen devoción y entrega
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en la peatonal hay un puesto de venta de diarios y revistas, y si uno no pasaba muy apurado podía ver un movimiento inusual, un par de hombres, otros dos, uno de ellos escribiendo en una máquina portátil de escribir; en el membrete del papel se leía Poder Judicial, y uno podía comprender que allí se estaba desarrollando un drama, a la vista de toda esa gente que pasaba de largo sin prestar atención
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eran conversaciones previas a la exhibición de artes marciales, y la muchacha, que tendría dos años de práctica, dijo que no participaría, que lo haría recién cuando hiciera las cosas bien, cuando tuviera cuatro años de práctica;
y todos ésos que habían pasado largamente los cuatro años de práctica sonrieron y no le dijeron que así uno practicara toda una vida, no llegaría a tocar nunca ese sentimiento de hacer las cosas bien
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un puesto de venta de diarios y revistas, donde siempre son las seis y cuarto, lo dice el reloj que tiene ahí;
siempre son las seis y cuarto del mismo día, y será inútil, me imaginé, esperar que ese hombre tenga para vender algún material que hable de las cosas que pasan en el otro mundo, ése en el cual el tiempo no deja de fluir