martes 19 de noviembre de 2002

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cuando ese señor pasea con su pequeño perro por la calle no colabora para nada con él;
impacientemente lo tira de la correa, arrastrándolo con facilidad;
y por alguna razón, a pesar de que está visto que los perros necesitan su tiempo para hacer sus cosas, este perro nunca tendrá el tiempo necesario
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al caminar, entre tanta gente de gesto grave, se ve venir en la dirección contraria a un joven sumamente contento, que camina como a los saltitos, y se va dando unos golpecitos afectuosos en el pecho, en el brazo;
a las pocas cuadras de allí viene también en la dirección contraria una señora también muy sonriente, caminando y leyendo unos papeles que lleva en la mano, quizás una carta, se podría imaginar;
esas dos personas extrañamente sonrientes en medio de las caras graves eran tan discordantes, que quizás hacían pensar en la demencia de ellos, no en la de todos los demás
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los comercios que venden ropa utilizan para exhibirla unos artefactos que simulan ser personas, los maniquíes, que normalmente carecen de toda gracia, o son directamente abominables;
para el caso de la ropa de niños se usan en ocasiones unos muñecos como de tela, rellenos, con vaga forma de niño o de niña, pero sin cabeza, pues terminan en un cuello que se cierra allí donde debería haber una cabeza de niño o de niña;
dejará una sensación inexplicable de vago malestar el ver todas esas formas sin cabeza, pretendiendo simular niños en medio de su infancia
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alguna gente que no sabe qué hacer con estos problemas que tenemos todos, pinta cosas en las paredes:
nos mean y la prensa dice que llueve
¿la seguridad nos protege o nos vigila?
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pasando por ese estacionamiento, se podía ver que entre dos personas y sin ningún esfuerzo, llevaron hasta el furgón ese féretro vacío del tamaño de un niño;
y todos los que veían esa escena imaginaban todas las siguientes, y sabían, por más curtidos en su oficio que estuviesen, y por más veces que haya ocurrido eso en la historia de la Tierra, que tales dolores serán por siempre de los más duros de afrontar
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había un anuncio que tenía la fotografía de Jorge Luis Borges, que contenía la frase, y todos teníamos que pensar que esa frase era de Borges, pero bien podría no serlo, nunca se sabe;
Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.