domingo 24 de noviembre de 2002

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domingos a la mañana temprano en la ciudad, una ciudad que tiene la resaca que viene del sábado a la noche;
un tiempo que dura más o menos hasta que la gente encargada de la pesada limpieza va procesando restos de envases vacíos de vidrio, metal y cartón, de las más diferentes bebidas alcohólicas;
sorprendiendo a todos, entre todo eso, un envase vacío de leche;
y es un duro trabajo imaginar a esa persona allí en medio de todas las demás, compartiendo esa larga y agotadora noche, con su envase de leche a cuestas
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agotados también los vendedores de bebidas, colgados de la reja, del lado de adentro, como presos, mirando la mañana como mirando la salvación
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trabajar toda la noche en lo que sea, es vivir de noche, y esa gente vivirá en otro mundo mientras le dure ese trabajo, con otras compañías y otras reglas completamente diferentes
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escribiendo en tercera persona es posible que suceda que cosas que le ocurren a otro son imaginadas por el que lee como si le ocurrieran a uno, y cosas que de verdad le están ocurriendo a uno pueden ser contadas como si le pasaran a otro, porque así se tomará distancia del evento, una forma de reconocer que desde cierto punto de vista, quizás no haya nada allí donde se puede ver uno y otro;
de resultas de todo eso, ni la persona que escribe ni la que lee podrán ya saber jamás a quién le estarán sucediendo las cosas