domingo 1 de diciembre de 2002

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Diario de filmación. Ingmar Bergman.
Siempre quise ser director de cine, salvo un corto período, en el que quise conducir una locomotora.
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fascinar a los votantes potenciales sin espantar a los poderosos que deben apoyar o por lo menos tolerar las candidaturas es un fino arte cercano al milagro;
de todos ellos, el que gane, debe además sobrevivir más o menos dignamente hasta el momento de dejar el lugar a su sucesor;
también es un fino arte, en cuyo ejercicio el personaje se verá exteriormente por lo general mucho más serio y más grave que en la campaña electoral, y quizás más agobiado, más agotado y más viejo;
aunque hay ejemplos de quienes no pudieron ponerse más serios, por resultarles absolutamente imposible, y casos en quienes se veía una tendencia creciente a la total falta de seriedad durante todo su mandato;
en lo que concierne al público, también él, primero podrá verse contento y feliz, y por lo general, luego, tenderá a verse cada vez más serio, y hasta mortalmente serio
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los árboles levantan con sus raíces todo lo que encuentran a su alrededor, y necesitan para ello solamente el tiempo suficiente;
da lo mismo que lo que rodea al árbol sea una ciudad o el campo;
tampoco interesa demasiado si el obstáculo es un metal o una pesada roca;
a veces la raíz o la rama rodeará el obstáculo, y a veces pasará a través de él;
porque los tiempos del árbol, comparados con los nuestros, son tiempos geológicos;
y sus fuerzas, y su tenacidad comparadas con la nuestras, también