8.10.2020.5

«Los grandes de Francia —observó— viven con mucha magnificencia, aunque el resto de la población vive postrado en la miseria. No hay una clase media feliz, como en Inglaterra. Las tiendas de París son sórdidas, la carne de los mercados en Inglaterra difícilmente se enviaría para su consumo a una prisión; la señora Thrale ha observado con justeza que la cocina francesa ha sido algo impuesto por la necesidad, pues no era posible comer la carne a menos que la sazonaran de algún modo y le dieran sabor. Los franceses son indelicados; escupen en cualquier sitio. En casa de madame du ——,[c337] una dama literata de talento, el lacayo tomó el azucarillo con sus propios dedos antes de ponérmelo en el café. Iba a dejar a un lado la taza, pero al tener conocimiento de que lo habían preparado ex profeso para mí, tuve que probar el sabor de los dedos del criado. La misma dama quiso preparar un té à l’anglaise. El caño de la tetera estaba obstruido, e indicó al criado que lo desatascase a soplidos.[a nota c210, Vol. IV] Francia es peor que Escocia en todo, salvo en el clima. La naturaleza ha hecho por los franceses algo más que por los escoceses, pero ellos han hecho bastante menos».
La vida de Samuel Johnson, James Boswell, Edición Miguel Martínez-Lage