17.10.2020

Le dije que había estado en la oficina de sir John Fielding, quejándome de mi posadero, y que me habían informado que aunque había contratado mi departamento por un año, podía, probando su mala conducta, dejarlo cuando quisiera, sin pagar renta desde el día que me fuera. La fertilidad de la mente de Johnson era capaz de mostrarse en una cuestión minúscula como esta: «Bueno, señor; supongo que esa es la ley, puesto que se lo han dicho a usted en Bow Street. Pero si su casero pudiera obligarle a cumplir el contrato y las habitaciones fueran suyas durante el año, usted puede sin duda usarlas como le parezca mejor. Por lo tanto, puede usted alojar a dos guardias de Corps o puede mandar al mayor truhán que pueda encontrar; o puede usted decir que tiene que hacer algunos experimentos de filosofía natural y puede quemar una gran cantidad de asafétida en su casa».
La vida del doctor Johnson; James Boswell /Sel. y trad. A. Dorta /Ed. Austral