miércoles 11 de diciembre de 2002

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en esa casa había dos pasillos: uno adentro de la casa, que lleva al dormitorio y al baño, y el otro, que va desde la puerta de entrada de la casa hasta la segunda puerta, que da directamente a la calle;
cuando se llevaron las obras que llenaban el primer pasillo a la muestra en el museo, el transportista para hacer lugar, dejó en el otro pasillo, el de la entrada, una cantidad de cosas que traía en el camión; dijo que las dejaba por un rato, pero quedaron un mes allí;
así, por todo ese mes, quedó vacío el primer pasillo, mientras que hasta que no llegaron las obras de nuevo, quedó ocupado el otro pasillo por las cosas que nunca volvió a buscar el transportista;
eso pareció una especie de broma del destino, o la insinuación de que estaba operando un mágico equilibrio en el mundo, o sin ir tan lejos, por lo menos en el mundo de los pasillos
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el hombre tenía 31 años, y estaba haciendo muchas cosas que le parecían bien, y muchas las dejaba para más adelante;
entonces mientras estaban en un bar, su padre le dijo que quizás debiera dejarlas para más adelante y quizás no, teniendo en cuenta que hoy tenía 31, pero enseguida tendría 41, 51 y 61
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el problema era la cantidad de cosas que había que hacer todo el tiempo por las responsabilidades que uno tiene con los demás;
pero el asunto era darse cuenta de que uno también está en la lista de los que necesitan las cosas que uno puede hacer