18.6.2021.7

Lunes 3 de noviembre

Paso todo el fin de semana preparando las clases sobre Wittgenstein.

Aquello sobre lo cual hay que callar es la experiencia ética; el significado de la vida no puede ser expresado con el lenguaje de los hechos (en ese espacio se ubica la ficción y especialmente la novela como género post-trágico). Sólo podemos nombrar las cosas que les ocurren a otras personas, nuestra propia experiencia vivida, nuestra existencia, nuestra sensación del paso del tiempo están demasiado próximas a nosotros como para ser visibles de un modo externo (de ahí la imposibilidad y fascinación de los diarios personales como éste); ese mundo constituye el objeto preferente de la novela, la narración coincide con la evocación de esas experiencias incomparables. Sólo se pueden mostrar —en el sentido de Wittgenstein, pero también de Henry James— porque la experiencia vivida es incomunicable. De allí la premisa de Brecht, vivir en tercera persona.

«Es obvio», escribió Wittgenstein en el Tractatus, «que el mundo imaginado, por más diferente que pueda ser del mundo real, ha de tener algo —una forma— en común con éste».

El positivismo sostiene (y ésa es su esencia) que aquello de lo que podemos hablar es todo lo que importa en la vida. En tanto que Wittgenstein cree ardientemente que todo lo que realmente importa en la vida es aquello sobre lo que debemos guardar silencio.

Wittgenstein: «Mi trabajo consiste en dos partes: lo expuesto en él, más todo lo que no he escrito, y es esta segunda parte precisamente la más importante». Buena definición de la novela que estoy por publicar: la política en esta situación es lo que no puede ser dicho.

Los diarios de Emilio Renzi 3; Ricardo Piglia