jueves 10 de enero de 2002.1

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Hablando con un señor que tenía un cargo público en el Uruguay, yo le contaba que los productores en USA daban enorme importancia al marketing. Este hombre me dijo algo: esa gente dice macanas (tonterías), cuando uno tiene un producto de calidad, y lo produce con regularidad, entonces tiene un mercado.

Quizás no fuera tan cierto eso que decía ese hombre, pero a mí me pareció un argumento muy valioso para ir un poco más lejos del argumento y pasar más allá.

Si es que uno entiende que uno mismo es un producto de calidad y se produce con regularidad. Entonces tiene un mercado.

Y lo que mueve nuestra economía personal es que nos compren lo nuestro. Pero si el mercado está muerto, malherido, transitoria o definitivamente, lo que todavía podemos hacer, si es que nosotros no estamos muertos, es desarrollar algún producto de calidad en nuestro tiempo, y encontrar alguna forma de volverlo dinero y siquiera darle valor, y divertirnos en el proceso, en lugar de hacernos mala sangre.

Y otra cosa que pensé es que las migraciones se entienden claramente a partir de la existencia de circunstancias desfavorables en el lugar de origen, pero a mí me cuesta creer que la gente que vive hace años dentro de Internet tenga que mudarse físicamente para encontrar un nicho donde pasarla bien profesionalmente.

Y si un país de momento anda mal, pues el cliente estará en cualquier otro país, donde sea.

Me parece que es un reto a la imaginación resolver eso, así como resolver la rara situación de que las denominadas empresas que trabajan en asuntos de Internet tengan que parecer oficinas normales con toda la gente junta, con sus horarios y sus monitores a la vista de todo el mundo, lo que es un atentado a la privacidad.

Tenemos pendiente juntar los usuarios con los creadores, omitiendo el sector intermediario cuando no agrega valor, que creo que es lo usual, por lo menos en este país.

Existiendo la comunicación, que es el presupuesto, el tema es encontrar el cómo. A veces pareciera una cuestión de suerte, pero también es una cuestión de inteligencia y persistencia, me parece a mí y también de suave y firme obstinación, lo que se llama vulgarmente ser cabeza dura.