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Comenzó, pues, esa última fase del Muchnik editor que valoraba lo pequeño. Lamentaba que el mundo del libro hubiera sido “prostituido por el poder”. Temía por el “pez chico”, que iba a ser comido por el grande. “¿Cuáles son los peces chicos? Los lectores chicos, los libreros chicos, los editores chicos y los autores chicos. ¿Autores chicos? Desde luego. Platón fue un autor chico. Lo fue Cervantes. Lo fueron Balzac, Kafka y, hoy, Canetti (por ejemplo). Sus libros se consiguen, incluso a bajo precio, pero tienen ventas chicas. Grandes son los autores de best sellers, algunos capaces de obras de lectura agradable, pero ninguno capaz de dar el tipo de libro que describe Franz Kafka: ‘Me parece que solo deberíamos leer libros que muerdan y que piquen. Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo? ¿Para que nos haga feliz, como al que lo escribe? Válgame Dios, seríamos igualmente felices si no tuviéramos libros. […] Un libro ha de ser como el hacha que quiebra la mar helada que llevamos dentro’. […] Los autores, editores, libreros y lectores chicos son mortales, pero no por eso hay que matarlos. El hombre es mortal, pero no por eso hay que matarlo.”

 

Mario Muchnik: una misiva al futuro
Editor que pensaba sobre el significado de la edición, Mario Muchnik dejó en sus libros de memorias un legado que se adelantó al futuro.
Por Jacobo Zanella
11 abril 2022

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