lunes 27 de enero de 2003

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la propaganda indeseable llega en cantidades increíbles por la vía del correo electrónico, se la llama spam;
para el spam, para combatirlo, hay muchas técnicas, que para abreviar, culminan en sucesivos fracasos, en la experiencia de muchísima gente, y terminan llevando a aceptar la idea de convivir con él lo mejor que se le ocurra a cada uno;
eso sí, no será ésa una convivencia de cualquier manera;
parece convivencia, consiste en recibirlo, pero con una feroz negativa de principios a leerlo, ni siquiera por error, negativa a mirarlo siquiera de reojo, así nos traiga la noticia de que nuestro tío desconocido hasta hoy nos ha dejado 150.000.000 de euros de herencia para nosotros solos;
y además, como segunda e imprescindible condición para convivir con el spam, se obtiene una suerte de mirada distraída pero atentamente feroz o ferozmente atenta;
que presta solamente la necesaria atención para identificar aquello que es necesario ignorar de inmediato
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una vez que logramos eso con el spam advertimos que hemos logrado también sin quererlo, una actitud y una maestría para entendernos del mismo modo dentro y fuera del correo electrónico con todo lo que entra en la categoría de spam, y que fluye en cantidades ilimitadas en todos los formatos posibles, en ese mundo que está por dentro y por fuera de internet