domingo 9 de febrero de 2003

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su padre había contado que pintaba cuadros de presidentes y que los entregaba sin firmar a un señor de apellido García que le pagaba, pero que los firmaba como propios y los entregaba al museo de la casa de gobierno y los cobraba él a su vez;
cosas de la política, y del arte, y de las instituciones gubernamentales, que nunca tomó como reales;
y menos todavía cuando se presentó en el museo de la casa de gobierno y ningún cuadro representando a ningún presidente llevaba la firma de García
mucho tiempo después advirtió que quizás la historia que decían que contaba su padre finalmente fuera cierta, y que el artista Fernández que firmaba todas esas obras fuera finalmente el que recibiera los cuadros de su padre, de García y de no se sabe cuántos intermediarios más, para firmarlos él como si hubiera sido su verdadero autor
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para cuando uno cree que va a hacer o hizo algo que no está del todo bien, o que está mal, directamente, hay una increíble expresión rioplatense:
ma sí.
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cuando alguien quiere retirarse de un lugar y el dueño de casa se resiste por cortesía a dejarlo ir a uno, en los casos difíciles habrá que decir que uno debe ir a trabajar, y eso no falla;
sorprende la autoridad indiscutida y la jerarquía que socialmente se asigna al trabajo, al punto de constituir una excelente excusa para hacer prácticamente cualquier cosa que a uno se le pueda ocurrir
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y en los casos extremos, cuando no la dejan retirarse por las buenas de algún lugar adonde la han invitado a comer, la persona deberá decir que se siente mal, que tampoco fallará, pero para esa excusa ya habrá más preguntas para contestar, habrá que simular un cierto malestar o contar y luego sostener toda una historia, lo que a mucha gente no le resultará nada cómodo, agradable, ni fácil de hacer
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lo cierto es que en situaciones sociales normales, comunes y habituales, se puede considerar que solamente se puede intentar retener a quien se deje retener;
porque es imposible retener realmente a nadie que esté verdaderamente dispuesto a no ser retenido
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cuando un hombre decía que le chocaba algo porque lo habían educado de cierta manera, el otro le contestó:
bueno, pero uno tampoco es esclavo de su educación