domingo 23 de junio de 2002

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Se puede confiar en la vida de hoy, en la de ayer y en la de mañana.

Se puede desconfiar de todas ellas, al mismo tiempo, o alternativamente.

Se puede creer en una sola vida.

Se puede sospechar que existan vidas superpuestas en las que conviven elementos temporales distintos en la misma vida. Cosas que están pero no estarán mucho tiempo, porque ya han muerto. Cosas que no están pero que ya son, y que solamente esperan para aparecer el lugar que dejen las cosas muertas.

Y también puede hacerse lugar en la vida para todas esas cosas que nunca han existido, que nunca existirán, pero que constituyen el mundo de lo posible imposible que visitamos en nuestros sueños y en los sueños de los otros, y son el imprescindible material para recargar día a día la fe y las visiones.

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Eso, si es que no renunciamos a traer lo irreal verdadero a este mundo de realidades irreales.