martes 18 de febrero de 2003

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rompemos la rutina por una buena razón y cualquier razón es buena para romper la rutina;
construir algo sin rutina parece casi imposible de concebir;
y sin saltearse la rutina aunque sea por un momento, parece imposible el sueño previo necesario para construir algo;
la rutina matará todo lo que vive, si es que tiene el control, y sin la rutina la vida se escapará sin dejar huellas aparentes;
entonces es común hacernos jaulitas de las que ocasionalmente nos damos permisos para escapar;
así, es fácil ver que jugamos muy seriamente a esos juegos, como si fueran asuntos de vida o muerte, sin saber realmente si lo son o si no lo son