lunes 24 de junio de 2002

*

José Pérez recibió por correo electrónico un mensaje de su hijo de once años, donde le daba muy buenas noticias y le preguntaba, no por primera vez, si tenía trabajo. Esa pregunta la había contestado ya antes de muy distintas maneras, y comprobó que ninguna de ellas había servido para conformar al niño. Por eso, esta vez le dijo:

No tengo trabajo, no tengo dinero, pero tengo José Pérez.

*

No era mucho lo que tenía José Pérez, pero era bastante para empezar, y bastante para seguir.

*

También quería decir que había alguien allí para comunicarse con ese hijo.

*

El fracaso de todos los planes puede derivar en una rabiosa insistencia y después de eso desembocar en una más o menos pasmada perplejidad.

*

Mientras hay perplejidad es posible reconocer muy directamente la ignorancia que se tiene sobre los verdaderos temas interesantes y vitales que se les presentan a las personas, cualquiera fuere su trayectoria, edad y preparación.

*

Por esto último fue que pensé que en realidad José Pérez le mintió a su hijo no tan inocentemente cuando le dijo que tenía José Pérez, porque en verdad, tampoco está nada seguro de eso.