martes 25 de febrero de 2003

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existe cierta costumbre en algunas damas, de llevar los pantalones tan largos, como para ir pisándolos por todas partes;
a veces eso ocurre también con los vestidos, cuando son suficientemente largos como para que los pisen al usarlos;
gente que se sube a un automóvil deja ocasionalmente tras de sí, atrapado por la puerta, un trozo de su ropa;
puede ser un cinturón, o un trozo de género, que va flameando durante todo el viaje, o arrastrándose por el piso;
ocurre también, que llevamos algún abrigo adicional, algo que llegado el caso nos sacamos de encima y llevamos doblado sobre el brazo, y sin querer dejamos caer una manga, que así nos acompaña al ras del piso mientras caminamos, contra su voluntad y la nuestra;
todas esas son formas no confortables de acompañar los acontecimientos, en las que la mayor parte de nosotros va en el asiento o caminando, sabiendo, o sin saber que una parte de nosotros va acompañándonos, porque no tiene más remedio, por afuera, flameando, o al ras del piso.