miércoles 25 de noviembre de 2009

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el joven de quince años se quejaba amargamente con alguien que por su edad podía haber sido perfectamente su abuelo, y el joven, hablando indudablemente de su historia personal, decía que las madres con cierta fortuna mantenían a sus esposos devenidos padres convivientes y luego ex padres convivientes, y que eso trituraba las familias;
y el anciano replicó que eso era cierto, y que muchas posiciones laborales y profesionales se habilitaron para su cumplimento por las mujeres, y que en cambio, muchas posiciones profesionales y laborales previstas para mujeres no se habilitaban para los varones, con lo cual los varones veían achicadas sus opciones;
y pretendiendo dar un toque de optimismo en el que ninguno de los que escuchaban creyó, y menos aún el joven que se había estado quejando, el anciano agregó que el mundo estaba cambiando, y que era triste ver una parte de los cambios, por la parte que se perdía, pero era muy interesante de ver por todo lo que traía de nuevo e increíble, y tal vez, de positivo;
porque ese anciano seguramente pensó que es triste ver a la gente grande triste, pero es muy triste ver a los jóvenes tristes