miércoles 24 de febrero de 2010

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se achaca al destino, o al karma, todo lo que tiene de inexplicable un acontecimiento de pequeña o gran dimensión;
para darle descanso al karma y al destino, aunque sea en las cosas chicas, podría ser preferible cargarle a los afectos, amor, odio, simpatía, repulsión, prejuicios, amistad, etcétera, la activa gestión que tienen en las vidas de la gente, y reconocerles cierto papel en la inútil explicación de lo inexplicable