1.9.2023.4

Ponche

(…) por su silencio—. Parece tan maravilloso cuando, de repente, empiezan a revolotear los objetos que, por lo general, siempre están muertos, ¿no…? En una ocasión estuve observando (…)

El Gólem
Gustav Meyrink, 1915
Traducción, edición y notas: Isabel Hernández