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Ionesco. Diario II. Guadarrama.
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Pero, a fin de cuentas, muy pocas cosas son vergonzosas. Todas las faltas, si hay faltas, o incomprensión, tontería, todas las faltas, si a algo se le puede llamar falta, tienen una explicación objetiva y no son, a fin de cuentas, faltas. Todos somos irresponsables, más o menos, porque ¿quién es dueño de sí mismo, de sus deseos?¿quién es el que puede distinguir la realidad del espejismo?
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Qué difícil es perdonar a los enemigos. ¿Cómo no detestarlos? Sin embargo, la venganza no satisface ni compensa; ¿para qué serviría una vez que el mal está hecho? El mal permanece, y con eso es con lo que hay que vivir.
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Me parece, me parece que las imágenes del pueblo y del molino se borran, poco a poco o lentamente desaparecen, o, más exactamente, son cada vez más pálidas, más ajadas, se van secando como las hojas en otoño.
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Nunca se sabe, entre un hombre y una mujer, quién es el juguete del otro. Muchas veces es la víctima aparente la que es más fuerte que el verdugo aparente.
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Por miedo a hacer sufrir a las mujeres, a perseguirlas,me he dejado perseguir por ellas.
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Mi padre no fue un oportunista consciente, creía en la autoridad… Para él cualquier oposición estaba equivocada. Para mí cualquier oposición tenía razón. (Hoy, 1967, tampoco me gusta la oposición, porque sé que es el Estado en potencia,es decir, la tiranía).
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Era el ser como todo el mundo lo que yo le reprochaba, en definitiva. Era el caminar en el sentido de la historia… Corrientes de locura trastornan al mundo. Para resistir a esas corrientes es necesario decirse que la historia siempre se equivoca, siendo así que, generalmente, se cree que la historia tiene razón.
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Ionesco. Diario II. Guadarrama.